CalaCúS

Me remito a mi tan odiado “Tuper Guer” , repito que yo nací con las fiambreras, no voy a ser repetitiva despues de un año.
Yo nunca celebré el Samaín, mas bien el día de Fieles difuntos, mi abuela me contaba historias de su pueblo (ella nació en una pequeña aldea de Ourense, el día 1 de Noviembre de 1898) que a su vez le contaban a ella cuando era pequeña. La protagonista de aquellas historias tenía un nombre estremecedor ¡A Santa Compaña! Me daba miedo... Mi abuela, tal día como hoy, víspera de su cumpleaños, se esmeraba en limpiar la sepultura donde ya hacía mas de 40 años se había enterrado a su esposo, y muchos mas a un hijo que falleció cuando apenas tenia cinco años, una vez limpia, colocaba el ramo de flores mas hermoso que ella podría haber soñado, y allí, al pié de aquel cúmulo de tierra triste y marrón, ella rezaba con tal fervor capaz de nublar al mismísimo rey sol. Al día siguiente, en el cementerio, todo se desenvolvía como un acontecimiento social, un acto en el que vivos y muertos eran protagonistas de la misma conversación.
Aquel día, el de Todos Los Santos, mi abuela celebraba santo y cumpleaños, al calor de la lareira, hinchaba su noble pecho y llenaba sus pulmones con un año mas, apagando de un intento (a veces intento y medio) las velas dulcemente clavadas en una tarta casera – hecha por mi madre y por mi- de galletas bañadas en coñac, cubiertas de flan y chocolate. Y así, hasta los 93 años.
Unas costumbres se pierden, otras se olvidan y otras se aparcan, sin embargo, otras renacen, reviven como es el caso del Samaín. Realmente no me importa celebrarlo, siempre y cuando lo sienta como mío, como de mi tierra, que todavía corre por mi sangre y eso sí llamándolo por su nombre.
ASI QUE FELIIIIZZZ SAMAINNN!!!
Este post me ha salido con mucha nostalgia, sobre todo recordando a mi abuela, no me imaginaba que iba a ser así, por eso, lo voy a dejar tal cual, como un pequeño homenaje a mi gran, mi querida, mi única, mi añorada, mi inolvidable, mi entrañable abuela.